Cuando murió el último animal el mundo colapsó.
Durante meses cientos de científicos estudiaron al último cerdo del planeta. Lo tenían en una especie de urna de cristal donde le hicieron miles de pruebas. Donde el acceso estaba prohibido a cualquier persona ajena a la investigación. Intentaron por todos los medios clonar sus células. Era necesario. Para seguir alimentando a la población. Los animales estaban para eso. Y ese chancho era la última oportunidad.Trabajaban turnándose, sin descanso. Entre la rabia y la desesperación.
Ese animal de cuerpo rosado, grande y de pelo suave, a veces levantaba la vista y los observaba. Y aguantaba esa mirada triste y cansada de los ojos de los humanos.
Intentando comprender el significado de tantos años de tortura a sus congéneres, de esa necedad.
Los humanos eran necios, sencillamente.
Se aferraban a costumbres arcaicas,a creencias estériles de veracidad.
Se negaban a avanzar. A evolucionar.
Y ahí estaban, desaprovechando recursos, dinero y efectivos por seguir alimentándose de otras vidas.
Sí, el mundo colapsó cuando él murió.
Con una sonrisa. Aliviado. Él era el último.
Ya no comercializarían con más vidas.
Y eso le produjo paz.
Buenos Aires 2019