Mi pesadilla es en blanco y negro, silenciosa e inapelable, tiene una cualidad eterna. Supongo que ya poseo suficiente información para conocer las claves de su significado, pero no por eso ha dejado de atormentarme. Por culpa de mis sueños, soy diferente, como esa gente que a causa de un mal de nacimiento o deformidad debe realizar un esfuerzo constante para llevar una existencia normal. Ellos lucen marcas visibles, la mía no se ve, pero existe, puedo compararla con ataques de epilepsia, que asaltan de repente y dejan una estela de confusión. Por la noche me acuesto con temor, no sé qué pasará mientras duermo ni cómo despertaré. He probado varios recursos contra mis demonios nocturnos, desde licor de naranja con unas gotas de opio, hasta el trance hipnótico y otras formas de nigromancia, pero nada me garantiza un sueño apacible, salvo la buena compañía.
Isabel Allende
Retrato en Sepia